Hasta que salga el sol by Megan Maxwell

Hasta que salga el sol by Megan Maxwell

autor:Megan Maxwell [Maxwell, Megan]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2017-05-01T04:00:00+00:00


Capítulo 35

Delia pasó cuatro días en el hospital.

Cuatro días en los que apenas habló, y todos respetaron su silencio, a pesar de las ganas que tenían de saber.

La tarde en la que le dieron el alta, nada más salir de la clínica, Delia exigió ir a la comisaría: quería firmar la denuncia por maltrato contra Miguel.

Sin rechistar, sus amigos la acompañaron y, una vez que hubo firmado, la llevaron a su casa.

Al entrar, Delia miró a su alrededor. Aquella bonita casa, comprada con tanto amor, había sido testigo de lo más horrible que le había ocurrido en la vida y, como necesitaba salir de allí, miró a sus amigos y declaró:

—No quiero estar aquí.

De inmediato, todos le ofrecieron sus casas. Delia cogió entonces algo de ropa y finalmente decidió ir a casa de Esther. Le haría bien estar con ella y su familia.

Nada más llegar todos allí, Delia se metió en el baño. Hugo, Vega y Esther se miraron. ¿Qué debían hacer?

Al comprobar que su amiga no podía oírlos, Esther cuchicheó:

—No sé ni qué decirle.

—¿Por qué no ha querido venirse a mi casa? —preguntó Vega.

—Ni a la mía —protestó Hugo.

—Y yo qué sé —respondió ella al ver cómo la miraban sus amigos.

Con gesto hosco, Hugo iba a decir algo cuando Esther le preguntó:

—¿Sabes algo de Mariluz?

Él asintió.

—Ayer pasó por casa para llevarse lo que le quedaba y volvimos a discutir.

—¿Tú estás bien? —preguntó Vega.

Él la miró y afirmó:

—Sí. Tranquila.

Los tres entraron entonces en la cocina y Vega susurró:

—Delia tiene que hablar. Lo necesita.

—Chicas —susurró Hugo—, hay que darle tiempo. Ya hablará cuando quiera. Pensad en lo confundida que debe de estar.

—Pero, Hugo —protestó Esther—, tiene que hablar, llorar, gritar, enfadarse y…

—Esther —gruñó él—. Lo sé, pero debemos darle tiempo.

Vega maldijo para sí y, mirándolos, murmuró:

—Vale. Hay que darle tiempo y todo lo que tú quieras, pero Delia es muy sensible. ¿Acaso no recuerdas que cogió la baja cuando murió Jon Nieve de «Juego de tronos» del disgusto que tenía?

Hugo asintió.

—Por eso lo digo… —indicó Esther—, precisamente por eso.

A continuación, sacó unas bebidas del frigorífico y, mientras se las tendía a sus amigos, Delia apareció frente a ellos.

—¿Sabéis algo de Miguel? —preguntó—. ¿Sigue detenido?

Al oír su pregunta, los tres la observaron y al final Hugo respondió:

—No. Ya no.

Las mujeres lo miraron, y Esther, al ver que él se tocaba los nudillos, inquirió:

—¿Se puede saber qué has hecho?

Hugo se encogió de hombros.

—Lo mismo que haría por ti y por Vega. Pero, tranquilas, está bien, y dudo que vuelva a acercarse a Delia.

Esta última asintió y, a continuación, murmuró con tranquilidad:

—Espero que le doliera —y, antes de que ninguno dijera nada, indicó—: Vayamos al salón, he de hablar con vosotros.

Sin rechistar, todos la siguieron y, en cuanto se sentaron, Delia cogió aire y empezó a decir:

—Sé que esperáis alguna explicación de lo ocurrido y os la voy a dar, pero antes quiero contaros que, por muy duro que sea lo que me ha pasado, estoy bien, estoy fuerte y siento que, una vez tomada la decisión, vuelvo a ser yo.



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